lunes, 31 de marzo de 2008

31 de marzo de 2008

Hoy fue un día especial, fue un día de recuerdos, pero sobre todo, un día de acción de Gracias.
Hoy fui a trabajar muy bien vestida, al grado de que mis alumnos y compañeros se sorprendieron de la elegancia, la razón: hoy es un nuevo aniversario de la partida de mi madre, su cuarto aniversario.
Cuando me levanté por la mañana me miré al espejo, y más que nunca me dediqué a engalanarme. Las cosas han cambiado, la ocasión lo merecía.
La ceremonia conmemorativa se inicio con ese acto, luego vendría el diálogo íntimo, en un lugar especial: el bus hacia Colina.
Recuerdo que me senté en los últimos asientos para seguir con mi ceremonia. Sentada ya y, avanzando por la carretera cerré mis ojos. Me vi en el pasado, sentada en el suelo de un sucio hospital. Me pegunté tantas cosas, pero sobre todo una ¿qué habrá pensado ella de mí? No puedo mentir, otra vez estuve a punto de perderme en el desconsuelo, en las preguntas sin respuestas, en la agonía de la agonía, pero pronto pensé: Dios me ha hecho bien.
Con la frase enunciada y declarada de lo más profundo de mi ser, la escena del pasado cobró otro sentido.
El momento se prestó para rememorar una pregunta del pasado que dirigí a Dios "si sólo ella hubiera sabido que no la dejé sola, que yo estuve allí. Que fue ese gordo enfermero quien no me dejó acercarme ..." Calleron lágrimas... pero entendí que Dios así lo quiso.
Volví a mirame y mis lágrimas se descontrolaron. Me ví ahí, en el pasado con 120 pesos en el bolsillo y sin ninguna respuesta para nadie. Señor -le dije- "tú así lo quisiste"-otra vez lloré. Pronto me miré y me vi camino a mi trabajo, con un bolso lleno de pruebas que me decían que la vida siguió y Dios todavía estaba ahí...
Hace cuatro años...cuatro años.
El presente, mi presente me fotografía tranquila, reconstruida, anhelante de vivir en su voluntad.
He aprendido tantas cosas, he vivido tantas otras. Soy lo que Dios ha permitido que sea. Hoy, las arrogantes observaciones por exigir mi autosuficiencia no me interesan; Él me ha hecho bien, estoy en Paz, prosiguiendo a mi meta, al supremo llamamiento de Dios, junto a mi madre.
...Nuevamente, mamita, nos vemos en gloria. El amor no ha cambiado, no se ha envanecido. Qué razón tenía el apóstol: El amor nunca deja de ser, no se envanece...te amo, te amé y te amaré por siempre, Magdalena.

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