viernes, 22 de enero de 2010

Llueve desilución. El hedor del desconsuelo me confunde con sus matices de mentiras mezcladas con traición. Me duelen las entrañas. Duele el alma. Duele.
La noche está cálida y yo desorientada, confundida, sin valor.
La lluvia sabe a momentos felices, a sonrisas de niños, a noches donde el mundo era sólo de dos. Pero su sabor es desconcertante. Provoca dolor.
Me cobijo en mi cama. Quiero olvidar.Quiero ahuyentar. Quiero evitar.
Me repito: No es mi historia...No...
Duele. Sabe mal. Hace mal.


Señor, no soy mejor. Yo también sé de la renombrada pasión. ¿pero qué hay del manoseado amor? Resuena la Palabra de Verdad: "El amor no es jactancioso, no se irrita. No se envanece. No guarda rencor. No hace nada indebido"...Resuena ese último concepto en mi corazón. ¿Pero si es por pasión?- escucho a lo lejos. Vuelvo a confundirme. Lloro. Duele. No es mi causa me repito.No...

Miro el escenario ¡Hay tantos mendigos! Confunden. Los miro. Unos visten a vergüenza. Otros a Ira. Otros a desconsuelo contenido. No tengo respuesta. No hay luz por el camino escogido. No es mi historia me repito.

¡Quiero salir! Despertar. Huele mal. Está oscuro. Quiero...
Ten piedad, Señor, de los que quedaron en el camino. ¡Fue pasión!- gritan desde un banquillo desgastado. Estoy cansada. Agobiada. No es mi causa- me repito . Huele mal, duele...confunde...

Abrázame, empápame de tu verdad. Abrázame y hazme olvidar. Quiero respirarte y olvidar. Olvidar...No es mi causa, Señor, ten piedad.

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