domingo, 9 de abril de 2006

Hay momentos en que mirarse el ombligo no nos permite ver las cosas bellas de la vida.

Hoy vi a una anciana que con simplicidad se columpiaba en una plazoleta de una población marginal. Su sonrisa llenaba todo el espacio, y no pude pasar por su lado sin verla.
La miré con tal atención, creo que con la intención de comprobar empíricamente lo que en un principio creí inconcebible.
Su sonrisa, sus pies que se extendían para no tocar el terreno lleno de tierra bajo el columpio. Su faldón que no dejaba ver sus rodillas, pero lo que más me impactó fue ver esa sonrisa de niña, de inocencia, de agradecimiento con la vida.

Señor, Gracias!

3 comentarios:

Claudia dijo...

Que bonita tu reflexión, eso me ha pasado a veces, pero no creo que podría relatarlo tan bien como tu...
Las cosas simples a veces que observamos en nuestro caminar, que nos dejan reflexionando como somos nosotros mismos.

Anónimo dijo...

Best regards from NY! » »

Anónimo dijo...

This is very interesting site... Hummer h3 fuel economy buspar fitness Ct home equity loan rate Arkansas refrigerator magnet frame Cancer gravolia internet poker