jueves, 13 de octubre de 2005























Por lo mucho que me has amado, yo te tengo que decir:

Las tormentas no sé si pasarán,
pero sé que siempre estarás.
Aunque mis ojos, mis oídos, mis manos
se nieguen a tu existencia, tú estás. Siempre estarás"

domingo, 2 de octubre de 2005

¿Cómo podré estar triste? ¿Cómo entre sombras ir? ¿Cómo sentirme sola y en el dolor vivir? Si Cristo es mi consuelo, mi amigo siempre fiel....si el cuida de las aves, cuidará también de mí.

El himno de antaño, resonaba en una vieja radio que reproducía las primeras vivencias de mi madre en la iglesia.
Recuerdo las mañanas junto a una estufa roja y vieja que nos abrigaba en las mañanas frías. La tetera cantando sobre el fuego para el mate de porcelana verde escondido entre esas manos delgadas y grandes .
Yo me sentaba sobre un tarro de leche que se transformaba en banco bajo las faldas de la inspiradora.

Los diálogos eran la fe y la vida eterna, esa vida que daba esperanza para la pesada existencia de una mujer araucana, que se reconocía terca y enamorada de sus convicciones:Vivir para creer. Creer para vivir, sin eso, nada tenía sentido.

"Ver que Cristo nos redime para su Gloria reinar".
Amiga, hna, madre, ahora está en Gloria, redimida!